miércoles, 24 de agosto de 2016

Editorial #17 - 24 de Agosto de 2016

Nicolás casi no llega a nacer. Casi no nace por los golpes que su padre le daba a su madre antes y durante el embarazo. Complicado pero llega a este mundo. Un padre violento, una madre muy vulnerable y una hermana más grande, linda según él.
El padre se borró, quizá eso fue lo mejor teniendo en cuenta lo violento que era. Así, con una madre sola, hizo el Jardín. La escuela la comenzó pero no la termino. Su hermana tampoco. La madre conseguía trabajo pero era difícil, ellos ayudaban como podían. El padre cada tanto reaparecia, con promesas de buen futuro que nunca se concretaban.
Siempre vivieron en un barrio en la periferia de la ciudad, como puede ser el Centenario, Las Heras, Parque Palermo o Villa Evita. Vivir allí tuvo sus cosas buenas y malas, cosas que todos saben.
A la madre comenzó a costarle conservar los trabajos, tenía que ir a Tribunales por la hija. Nicolás cada vez más solo, en la calle, con amigos. Antes que un libro, un taller o una trabajadora social, tuvo acceso a armas y la cara del Estado que comenzaba a ver con frecuencia era la de la “gorra”, que no estaba para cuidarlo.
Empezó a cometer delitos, a tener causas penales y a nadie le importo. A nadie le importo hasta que los medios descubrieron su apodo -que para nada le gusta a él- y la cantidad de causas. Ahí toda la sociedad y funcionarios se horrorizaron y lo demonizaron. Pero a su casa seguía yendo el “Estado con gorra”, que ya ni la puerta tocaban, la pateaban. Más difícil se tornaba para la madre conservar trabajos.
A Nicolás la policía le mató varios amigos. Uno de ellos cayó muerto en sus piernas, una bala de la bonaerense lo había alcanzado. Unos 14 años debería tener en ese momento traumático. Siguió sin importarle a casi nadie, hasta que volvía a aparecer en alguna noticia por supuestamente cometer un delito y ahí todos se desesperaban para ver como quedaba detenido.
A Nicolás también le mataron a la hermana, si bien dicen que se suicidó, hay algo en él que no lo convence de esa historia. Según él la hermana quería vivir, pero sus vínculos con tranzas y policía le costaron.
Nicolás no mató a nadie, por más de que –gracias a los medios masivos de comunicación- se lo crea un demonio y se carguen a su cuenta varios delitos que no cometió, total a quien le importa.
Pero llegó el momento en el cual a todos le importo mucho: cumplió 16 años y lo pudieron encarcelar por un buen tiempo. Después, siguió sin importarle a nadie.


Nicolás no se llama Nicolás, porque en Código de Radio respetamos los derechos de los niños, niñas y adolescentes en el tratamiento en los medios. Pero Nicolás existe, su historia es real y es como la de muchos pibes, que a nosotros y nosotras sí nos importan.
Así como Nicolás, cada joven que choca con el sistema penal es una gran historia de vida, en su mayoría son historias duras, llenas de privaciones de derechos, historias en las cuales el Estado estuvo ausente y aparece en una mezcla rara entre poder punitivo e intento de protección. Estos jóvenes son personas, aunque para muchos son piedras, objetos, personas de segunda o de tercera.
A estos jóvenes parece que recién se les intenta tutelar sus derechos cuando ya se transformaron en clientes del sistema penal, en vez de hacerlo antes. Estos pibes estigmatizados están librados a la suerte que les asigne, principalmente, el Estado con gorra, las fuerzas policiales. Sólo hay que esperar que ingresen al “circuito” del sistema penal los lleva a la eliminación. Eliminación que se produce por dos mecanismos. Una política social de la niñez vaciada que abandona y deja a la presa -los pibes- en bandeja, y otra que se prepara para el sacrificio por el autogobierno policial, que los mata y encubre, terminando con la vida de los jóvenes en lo que lo que Zaffaroni llama “genocidio por goteo”.
¿Qué pasaría si como sociedad y Estado nos sacamos la gorra y comenzamos a ver en estos jóvenes simplemente personas con derechos? Sin dudas pasaría que seriamos una sociedad más inclusiva e igualitaria, y en ese sentido buscamos aportar desde Código de Radio.

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