miércoles, 10 de agosto de 2016

Editorial #14 - 3 de Agosto de 2016

El lunes, como en la provincia de Buenos Aires, en la provincia de Jujuy ningún niño y ninguna niña fue a la escuela. No por la medida de fuerza que llevaron adelante los docentes sino por el asueto administrativo y escolar dispuesto para los festejos del día de la Pachamama. Es que en 2013, por Ley del Congreso de la Nación se declaró a Jujuy Capital Nacional de la Pachamama. En los actos oficiales estuvieron presentes el Ministro de Medio Ambiente Sergio Bergman, quien no miró ninguna película durante ningún discurso y el gobernador de Jujuy Gerardo Morales acompañado por todo su racismo innato. Pero más allá de esos actos protocolares efímeros (donde el tic nunca alcanza al tac) hay rituales que es muy noble reivindicar y, por que no, empezar a sentir como propios.
A grandes razgos, la ceremonia consiste en cavar un pequeño pozo en la tierra, proveerse de diferentes alimentos y de una botella de caña con ruda, la cual debe ser preparada con mucha anterioridad. Se arrojar esas ofrendas al pozo (la boca de la tierra) de a puñados y con las dos manos, ya que con una sola implica desprecio. Mientras, se agradece por la cosecha anterior se pide prosperidad en la que viene. Luego de compartir el alimento, se bebe un trago de la caña con ruda y se le convida un trago a la tierra. También se le suele dar tabaco y para algunos el incienso nunca puede faltar.
Este ritual de veneración a la madre tierra, es uno de los más antiguos que se conocen de las civilizaciones originarias de América latina, una herencia cultural ancestral de aquellos primeros pueblos de nuestra región.
Cada cultura ha construido su propia ceremonia para esta celebración, para este momento de agradecimiento por lo dado y de disculpas por lo saqueado.
Ahora bien, como sería un ritual de agradecimiento a la tierra promovido desde esta sociedad de consumo? Haríamos un ollo en el cemento para arrojar nuestros celulares viejos, el pen drive obsoleto y las bolsitas de nylon que nos dan en el supermercado para luego rociar con nafta, arrojar un fósforo y volar todos a la mierda?
Entendemos que no es necesario pertenecer a comunidades originarias para poder sumarse a estos agasajos a la madre tierra. Vemos como algo noble participar de ellos con el convencimiento de que el respeto por la pachamama puede promover una acción transformadora de nuestra sociedad.
Porque los que hacemos Código de Radio creemos necesario empezar a dar un giro drástico en cuanto a la relación del humano con la naturaleza, de la depredación a la interdependencia, para poder así garantizar el derecho humano al desarrollo que no comprometa el de las generaciones futuras. Para ello será necesario mirar hacia atrás, a nuestras comunidades originarias y tomar de ellas, y sentir con ellas el respeto y pertenencia con la madre tierra.

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