jueves, 2 de junio de 2016

Editorial #07 - 01/06/2016

“Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea” Eduardo Galeano. 

Cuando callan a una mujer, cuando la extinguen por puta, por trava, porque se les fue la mano, gritamos todas por ella. Como podamos, por la boca, las manos, los ojos, los poros. ¿Se acuerdan de las dos argentinas asesinadas en Montañita? ¿Y del “caso” María Soledad? Capaz que no, hace rato que no salen en la tele ellas 3. Curioso. El que sí salió hace poco fue Barreda, el “odontólogo de La Plata”. Salió en la tele y salió de su cadena perpetua por el cuádruple femicidio cometido en 1992. “El arresto domiciliario me limitaba mucho”, decía él antes de que le dieran la libertad condicional que luego, hoy, ya es libertad a secas. Lástima que no sepamos cuán limitadas se sienten las 4 mujeres a las que asesinó. No nos comamos el verso de que ya todos somos conscientes de la problemática, de que matar mujeres está mal y quién estaría en desacuerdo, de que con la mediatización alcanza. Ejemplo: viernes 20 de mayo de 2016, el viernes pasado. Diario La Nación: cito, “Declararon extinguida la condena a Ricardo Barreda, a 23 años del cuádruple crimen. El odontólogo condenado a prisión perpetua por haber asesinado a su esposa, su suegra y sus dos hijas podrá moverse en libertad”, título y copete acompañados de una foto en la que el viejo aparece tierno y débil, como un viejo. Ese mismo día, en Rio de Janeiro, estaban violando a una adolescente de 17 años 30 tipos juntos. Uno atrás del otro. La violaban y la filmaban y subieron a las redes esos videos de ella ensangrentada. Si no hay justicia no hay #NiUnaMenos, si nos violan en las esquinas no hay #NiUnaMenos. Desde la comunicación hay mucho camino por recorrer en el tratamiento de las noticias de femicidios. Por empezar, decir las cosas por su nombre: femicidio es una cosa, asesinato es otra. A continuación, expresar que ninguna vida vale más que otra, y muchos menos encabezada por su profesión, como por ejemplo la de un “odontólogo” por encima de la de 4 mujeres sin nombre. Hagamos ese esfuerzo, como laburantes, como mamás y papás, como estudiantes, como primas, sobrinas, amigos. No miremos para otro lado. Intentemos reconocer y actuar en contra de la violencia de género desde que empieza, porque puede terminar con una vida, o con cuatro, o con 286 como sucedió en el 2015.

(gracias Julia Rigueiro de MJ, por leer el editorial)

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